lunes, 27 de junio de 2011

ANÁLISIS DEONTOLÓGICO DE LA CONDUCTA DE LOS ABOGADOS EN EL FILM


El film presenta una contienda legal que apunta a los derechos de custodia de Billy Kramer. Tanto el padre como la madre de éste, contratan asesoría letrada para ser representados apropiadamente en el proceso judicial. De acuerdo con lo anterior, el conflicto deontológico que hemos planteado de forma general, queda expresado de la siguiente manera, al aplicarlo concretamente al film: ¿Qué clase de estrategias o medios utilizados por los abogados de las partes, para conseguir la tutela del menor a favor de su respectivo cliente, son deontológicamente válidos desde la perspectiva del ejercicio de la profesión?
Analizaremos detalladamente la conducta de los abogados implicados, para con esta información, poder abordar de mejor manera el conflicto deontológico planteado.
Los aspectos más relevantes del actuar del abogado de Ted Kramer son los siguientes: expresa de forma clara y previa al juicio el monto de los honorarios que cobrará a su cliente; advierte a Ted de que las pocas probabilidades de obtener un buen resultado en esta clase de juicios, ello porque los jueces tienden a optar por las madres como la persona más apta para cuidar de niños tan pequeños; comunica su estrategia a seguir, la de utilizar todos los medios posibles para desacreditar a la madre del menor, y de esta forma, lograr ganar el juicio; y al perder la contienda, y su cliente manifestarle que desea que apele, el abogado es claro en señalar que no hay argumento suficiente que permita ganar tal alegación y que, dadas las circunstancias, tendría que hacer subir al estrado a Billy. De acuerdo a este patrón de conducta parece que, en términos generales, el abogado de Ted Kramer ajusta su cometido a lo que deontológicamente la profesión le exige.
Respecto al actuar del abogado de Joanna Kramer, sólo se aprecia su conducta en el juicio propiamente tal.
Vistos las conductas generales de los abogados (dentro de lo que el relato del film permite), pasaremos a analizar el problema deontológico específico en cuestión. Para ello debemos situarnos en el juicio mismo, concretamente en los interrogatorios. Ambos abogados, como es obvio, buscan lograr que su cliente se quede con la custodia del menor. Para ello utilizan una estrategia con raíz común, la que consiste en desacreditar lo más posible a la parte contraria, para que el tribunal considere que no es una persona apta para hacerse cargo de Billy, o al menos, que se genere la convicción de que el cliente respectivo está mejor capacitado que su contendor para tal cometido. De esta forma, en el acto de interrogar, los juristas utilizan técnicas agresivas, buscando someter a una alta presión al interrogado; se refieren a temas de manera inapropiada, sabiendo que van a ser objetados, pero conscientes, que de igual forma lo dicho o transmitido afecta de alguna manera, tanto al juez que debe decidir finalmente el caso, como al interrogado de turno; estiran y maniobran con hechos que en rigor son verdaderos, acomodándolos de una forma particular, formando un relato que pretenden que los jueces consideren como real; utilizan el mecanismo de hacer una pregunta sobre otra, evitando así que quien responda pueda argumentar lo que dice, manteniendo constante la presión en la situación.
Hay varios puntos que comentar frente a estas actitudes. En primer lugar, ni Ted ni Joanna parecen estar al tanto de que se llegarán a tales niveles de denigración y presión en contra del padre o madre de su hijo, respectivamente. Ello lo demuestra la reacción de Ted cuando su abogado termina con el interrogatorio de Joanna, donde aludió a la incapacidad de ésta de sostener vínculos por extensos periodos sin fracasar en el intento, al que interpela, diciéndole “¿Eso era necesario?”, a lo que el abogado responde con un “¿Quieres o no quedarte con la custodia de tu hijo? Lo anterior manifiesta la voluntad del abogado de utilizar los medios que sean necesarios para lograr un resultado favorable, sin importar sus efectos secundarios, como los daños en la mujer. Joanna, por su parte, al ver que su abogado utilizó cierta información que ella le había comentado en calidad de incidencia respecto a un accidente que había sufrido Billy, estando en cuidado de Ted, corre en busca de este último, para disculparse, asegurando que jamás pensó que el abogado utilizaría tales datos como recurso en el procedimiento. Nos parece que tales estrategias debieran ser comentadas con los clientes, ya que su deber es mantener informados de manera suficiente a éstos, conforme al principio de probidad. Por tal motivo, creemos que en este punto, los abogados se alejan de un tanto del mínimo exigido, aunque también, por otra parte, nos parece poco viable que los juristas comenten absolutamente todo  lo que harán en el juicio con su respectivo cliente. Cabe hacer notar que el abogado de Ted Kramer advierte a este último de que en el juicio escuchará cosas que tal vez no quiera escuchar, lo que perfectamente puede ser considerado como información de este aspecto tratado.

En segundo lugar, nos parece relevante comentar que estos métodos utilizados por los abogados al parecer se encuentran dentro de la legalidad del sistema norteamericano, en el cual se sitúa el film. Tal realidad, si bien, no implica necesariamente que el desempeño de los abogados sea acorde a las exigencias deontológicas respectivas, sí entrega luces de la probabilidad de que sea así.
Tal y como disponen distintos códigos deontológicos “el abogado tiene la obligación de defender lo mejor posible los intereses de su cliente, incluso en contraposición a los suyos propios, a los de los colegas o aquellos de la profesión en general”.[1] Creemos que las estrategias ya descritas, como la pregunta sobre pregunta, someter a una gran presión a los interrogados, o no dejar a éstos fundamentar sus respuestas, resultan agresivas y éticamente reprochables. Sin embargo, parecen no tener el mérito suficiente como para considerar que pasan a llevar también la exigencia deontológica, ya que, finalmente, los abogados en cuestión, utilizan mecanismos que el derecho les permite y que hasta cierto punto parecen necesarios para cumplir con lo que le exige el caso, y representar de forma oportuna a su cliente. Lo que es acorde con la finalidad de este tipo de juicios, en razón de los objetivos que se buscan.
En tercer lugar, creemos necesario comentar un punto trascendental a propósito de esta estrategia utilizada por los abogados, aunque en rigor nos alejemos del análisis puramente deontológico del punto en cuestión, para pasar a uno más bien ético del mismo. Los juristas, al someter a una presión constante a los interrogados, y al no dejarlos fundamentar sus respuestas, generan en ellos una incapacidad de expresar correctamente lo que se les pregunta. Así, puede ser que la realidad que se hace observar al juez no sea tan conforme a la veracidad de los hechos. Nos parece que esta “intención” se aleja al actuar ético exigido a un abogado, ya que si bien éste debe intentar lograr un buen resultado para su cliente en un proceso judicial determinado, siempre debe hacerlo en el marco de la verdad. En cuanto a lo deontológico, nos parece que tales conductas fueran más latentes y explícitas, se estaría pasando a llevar la probidad exigida en la profesión.

En cuarto lugar, respecto a la estrategia de “desacreditar para ganar”, nos parece válida en cuanto a la discusión deontológica. Ello porque, finalmente, siempre los juicios se tratan de comparar los argumentos de las partes, y los de una terminan por desacreditar a los de la otra. Si bien en este caso, los abogados son más radicales en este sentido, no parecen desviarse del mínimo que se les exige en razón de la profesión. Consideramos que en lo que respecta al actuar ético puede existir más discusión. Éticamente, creemos que la conducta del abogado se debe enfocar en fijar los hechos y el derecho de forma fidedigna y clara, para que de esta forma, quien esté llamado a decidir el caso, pueda tener un panorama apropiado para tomar la decisión más adecuada para el interés del menor. El centrar la discusión en destruir al rival, nos aleja de dicho fin.
Del análisis precedente podemos sacar en limpio primero, que los abogados, ante el conflicto deontológico que planteamos en el comienzo utilizan todos los medios necesarios, dentro de la legalidad para conseguir el resultado para el cual los contrataron (sin importar efectos secundarios). De acuerdo a lo anterior, creemos que su conducta se ajusta a la deontológicamente exigible por la profesión. De igual forma, queremos manifestar la necesidad de tener precaución respecto al ejercicio de métodos y estrategias como los ya descritos en este texto, pues nos parece que su abuso puede vulnerar este mínimo en comento e, incluso, rozar la ilegalidad.


[1] Ibarra Rosales, Guadalupe. Ética y valores profesionales. 2007. p. 47


PRIMER ENCUENTRO DE TED KRAMER CON SU ABOGADO



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